Con el ajetreado estilo de vida actual, la mayoría de nosotros acabamos comiendo fuera al menos una vez a la semana. Eso puede significar coger un bocadillo de la charcutería del supermercado, pedir comida para llevar para cenar o darnos el capricho de una comida especial en nuestro restaurante favorito.
Las comidas fuera de casa dificultan el control de los ingredientes, las calorías y las raciones.
¿Cómo reconciliar la dieta con las comidas fuera de casa?
Hay una serie de estrategias que podemos seguir para evitar saltarnos la dieta y aún así comer en nuestro restaurante favorito o pedir algo para llevar si no nos ha dado tiempo de cocinar el día antes.
Pregunta cómo se ha preparado la comida. Antes de pedir, pregunte por los ingredientes y cómo se preparan los platos del menú. Intenta elegir platos elaborados con cereales integrales, aceites saludables, verduras y proteínas magras. La carne asada, al horno o a la parrilla es una opción más saludable que los fritos o los platos preparados con salsas espesas.
Elige tu ración. Los ojos son el instrumento perfecto para calcular el tamaño de las raciones
1 pulgar = 1 cucharadita de mantequilla de cacahuete, mantequilla o azúcar
1 dedo = 25 gramos de queso
1 puño = 1 taza de cereales, pasta o verduras
1 puñado = 25 gramos de frutos secos
1 palma = 100 gramos de carne, pescado o ave
Piensa comerte la mitad de la comida y llévate el resto a casa para comer o cenar al día siguiente.
Pide una guarnición extra de verduras. Las verduras sin almidón, como las judías verdes, el brócoli, los espárragos o la calabaza de verano, te ayudarán a saciarte con opciones bajas en calorías.
Piensa con antelación. Si no puedes cocinar el día antes y serás víctima del Fast Food infórmate con antelación sobre la información nutricional más importante. La mayoría de las cadenas de comida rápida indican el contenido de calorías, sodio y grasa de sus platos.
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